VERDE
En una mañana cualquiera. En cualquier parte de la madre tierra, hoy me he levantado muy temprano como todos los días, quizá por no tener que hacer nada. Camino un poco y me alejo de la casa, no me interno en el monte porque ya estoy de por si en el monte, hacia el norte, el sur, el este y el oeste todo es monte.
Más acá y mas allá de lo que mis ojos pueden ver, es verde monte, esplendoroso monte… y estoy ahí, parado, inmóvil disfrutando aquel insuperable paisaje verde. ¡Cuando de pronto! Aquella algarabía enorme y estruendosa algarabía provocada por cientos de picos y gargantas… me desconcierto un poco, esta vez es algo fuera de lo cotidiano, ésta vez mi instinto animal me indica peligro; si las aves y todos los animales del monte están inquietos, es que algo especial debe estar sucediendo… delante de mí, a escasos metros el arroyo, cristalinas e incansables aguas corren sin cesar, me acerco un poco con cierto temor, las aves excitadas al máximo cantan y pían, yo no sé si de alegría o de miedo; vuelan en círculos sobre el mismo punto,… me acerco un poco más y alcanzo a distinguir algo que parece un enorme nudo, o mejor dicho varios nudos en uno. Dominando mi temor me acerco aún más. Ante mi presencia, los pájaros y demás animales se quedan en completo silencio, como entendiendo que la ayuda que necesitaban y que fue motivo de sus gritos, ¡por fin está ahí!...
Es sobre el arroyo, donde doblegado por los años, un árbol casi caído, se resiste a aceptar la invitación que las cristalinas aguas del arroyo le hacen para que se dé un chapuzón y por fin descanse y deje de hacer esa inútil resistencia.
Es ahí, sobre una gruesa rama de aquel árbol que sueña con ver
todavía algunas próximas primaveras, es ahí donde por fin la veo.
Imponente, temible, destructiva y hambrienta… ¡es ella! La causante
de aquella algarabía. Ahí está…encarnando la más terrible escena de
destrucción. La más enorme serpiente que haya visto jamás.
Inútilmente aquella paloma se resistía a morir, su débil cuerpo era
prácticamente triturado, uno a uno, todos sus huesos fueron
lentamente hechos polvo, un último piar se dejó escuchar en aquel
sepulcral silencio… y por fin aquella pequeña bola de carne, huesos
y plumas, desapareció en la obscura caverna que formaba la garganta
de la serpiente.
Esta, al terminar lo que para ella era cotidiano… deshizo el nudo en que estaba convertida… se estiro cuán larga era… reparó en mi presencia y desdeñosamente me regaló una última mirada, se deslizó lentamente de la rama, abandonó el árbol… y cayó al río para después perderse en la espesura del monte quizá a disfrutar la siesta.
En fracciones de segundos volvió la música natural, aleteos, cantos, mugidos, y todo recobro vida en aquel lugar.
… y así estuvo con mucha vida y mucha música natural durante muchos años, la alegría de los habitantes del monte solo era interrumpida esporádicamente por algún evento sin importancia, pero el esplendoroso verde de los montes nunca cambio.
En el arroyo era fácil pescar uno que otro bagre o zambuco o tal vez sardina aún sin atarraya, por las veredas que conducían al arroyo eran frecuente y hasta cotidiano que yo me topara con algún conejo, armadillo, zorrillo o gato montés, que de tanto verme creo que hasta ya me conocían, quizá por eso dejaban que yo me acercara a escasos metros de ellos.
Era una vida de respeto a todo lo que me rodeaba nunca un nido maltratado, nunca una cría perseguida, nunca el arroyo con deshechos humanos; si tenía sed podía tomar agua del mismo arroyo donde los animales del monte también bebían sin que esto afectara mi salud.
…Oh – Dios, -… ¡esto es una pesadilla!... Señor: quiero despertar… ¡auxiliame!... siento que una serpiente me quiere tragar, veo sus fauces, siento que me tritura, casi ya no veo… ¡estoy a punto de morir!... ¿será este mi fin?
… Siento que todo es negro… ya no veo el verde monte… no veo ya el arroyo… tengo sed, pero no veo agua… solo un hilo de líquido negro que apesta a humanos… me aturde el ruido de máquinas, motores y diversas bocinas: ¡No!
¡No quiero oir ya más!... ¡prefiero quedar sordo! De todas maneras no escuchare jamás el canto, el hermoso canto de mis queridos pájaros, no importa ya que esté ciego, sino podré ver jamás el hermoso verde de mis montes, que importa que yo muera, si creo que todos están muertos ya: de inconciencia… de apatía… de odio… y de envidia.
Esta enorme serpiente que es imposible de vencer, pus tiene millones de cabezas que solo piensan en destruir… ¡me niego a que me trague! Señor… solo tú puedes entrar en las conciencias de esas gentes, que se ha convertido en una destructiva serpiente y que a mi… me hace sentir como un pequeño pájaro indefenso… ¡Señor, ayúdame tú!... a que pueda mi tierra ser de nuevo un poco de lo que antes fue… a respirar el aire limpio como el que antes bajaba de los cerros y no el humo de sus fábricas.
… hoy sobrevivo a pesar de la contaminación de ríos, arroyos, pozos, mares y carreteras, a pesar de la deforestación y de la tala de inmoderada de bosques y montes… hoy… sobrevivo a pesar de la lluvia ácida y de casi no tenemos capa de ozono; a pesar de todo eso quiero que llueva, para que lo poco que queda de los antiguos montes esté verde… verde… verde… como aquel monte que me vió crecer… verde como la esperanza… verde… verde como las iguanas que ahora con mi ayuda tendrán una oportunidad mayor de vivir…
…¡Señor! Ya quiero despertar… ésta pesadilla está muy terrible…
… ¡Señor! Ayúdame a despertar!...
¿Cómo?... ¿Qué?... ¿Qué es realidad?...
…POR FAVOR SEÑOR… ¡DEJAME CREER
ENTONCES QUE ESTOY SOÑANDO!
TEXTO ESCRITO POR EL PROPIETARIO DE LA UMA LA CABAÑA.